Quiero agradecer públicamente a José Coronado por determinar el tiempo exacto que tiene una mujer para denunciar una agresión sexual. El chico óptico lo mantuvo tan claro sobre la sombra de los Feroz que pareció transportarlo pensando en casa. Sin embargo, encontré las imágenes en tus palabras. Una mujer va a casa de un director de cine desesperado por la vida y, arrepentido, le da un siroco al tipo y este se convierte en un pequeño Guantánamo de la macumba sexual. Los mejores malinterpretaron o dejaron algún grito, algún miedo, al viento. Digamos que esta mujer (que, lo que hay en su vida, no es la única) va al hospital y luego a la comisaría a denunciarlo con un total de cero testigos. Su palabra contra la palabra de una especie de prestigio que la gente ama. ¿Sabes cuántas puertas se cerrarán? ¿Sabes cuántas personas dirían ‘ni hablar, yo no estuve ahí’?¿Sabes cuántas veces te acusarían de tomar lo que necesitabas? Por supuesto que lo bene.
Una mujer puede sentirse atraída por un hombre y además querer trabajar. Y no hay necesidad de ser violado. Una mujer puede sentirse atraída por un hombre y admirar su trabajo. No es necesario que lo violen. Una mujer también puede sentir repulsión por un hombre y por tanto mantener relaciones sexuales esperando obtener un beneficio. Tan pronto como fue violado. Leyendo algunas reacciones (muchas) al informe publicado en el pasado, sabiendo perfectamente que nadie informará antes de que nadie dé sus nombres. Y aun teniendo que todos los que lo pierden lo han hecho. Cuentan con que han sido agredidas sexualmente por ti, los que “piden disculpas totales por las víctimas” (saben que estoy orgulloso de ellas) no saben nada más que les tire piedras porque, mejor denunciar qué que mencionarlo en la revista, lo que hubieran preferido es que se llamen.
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